Aprender cómo hacer jabón líquido en casa no sólo será una actividad que beneficie a tu bolsillo, también supone una buena alternativa para pasar tiempo de calidad en familia y, como solemos decir en México “salir del apuro” en esas ocasiones en las que debes ofrecer un presente y no tienes ni idea de qué regalar.

Pero quizá, lo mejor que se obtiene de elaborar los propios jabones es saber exactamente qué ingredientes forman parte de la composición y poder, de esta manera, aprovechar sus propiedades para obtener determinados efectos; ya sea que elabores un jabón relajante por medio de la aromaterapia con aceites esenciales, o que procures atenuar las arrugas valiéndote de mezclas como el hidratante y nutritivo aceite de oliva en combinación con otros como el de rosa mosqueta, mandarina o limón. En otro caso, puede que te interese tratar la celulitis y de igual manera esto será posible gracias a las esencias de enebro, geranio bourbon, romero, alcanfor o tomillo.

Una vez que adquieras la práctica y crees tus propias recetas, te darás cuenta de que embarcarse en este proyecto es como tener un laboratorio alquímico en casa: verás pasar las horas sin que te pese, ahorrarás dinero en la compra de productos de belleza y aprenderás a reconocer y tratar las necesidades de tu cuerpo.

Esto último es lo que hacen los organismos vegetales de los que se obtienen los aceites mencionados, que el olfato humano percibe como fragancia y responde en la naturaleza a objetivos prácticos como la regeneración, protección y reproducción de las hierbas, frutos y flores.

Sin embargo, lo que es de veras sorprendente es que además de la extensa variedad de aromas que avivan nuestros perfumes y productos cosméticos, las plantas nos leguen el potencial curativo y estético que se corresponde con ellos y que, para acceder a él, baste con improvisar un pequeño taller en la cocina o el baño.

Tales son las ventajas de la elaboración casera de jabones y lo mejor es que se trata de una tarea tan sencilla que incluso es apropiada, bajo supervisión, para los niños. Todo lo que necesitas es conseguir un jabón de pastilla (de preferencia neutro), glicerina líquida o aceite de oliva, agua destilada, un rallador de cocina, un recipiente para mezclar y otro con dispensador para colocar tu jabón tan pronto hayas terminado.

Lo primero que debes hacer es rallar la pastilla, calentar el agua destilada cuidando que la proporción sea de tres tazas de agua por taza de jabón; verter este último en el agua caliente y remover a fuego lento hasta que se disuelva. Cuando esté listo, retíralo de la estufa y añade la glicerina o aceite y, para darle el aroma de tu preferencia, agrega tu esencia favorita.

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