Escrito por: Mariel Hernández Maldonado
La entrega pasada le hablamos sobre ciertas acciones que hacemos tan a menudo que probablemente ya no nos damos cuenta de que las llevamos a cabo; acciones que están dañando nuestro cuerpo lentamente conocidas como antigimnasia. Usar el celular por debajo de los ojos, no hacer pausas en el trabajo a computadora y cargar bolsas de más de 5 kilos por mano fueron algunas de las mencionadas, pero existen más costumbres que pueden llevarnos a dolores crónicos.
Hoy le presentamos la segunda parte, pero si aún no han los invitamos a leer: La antigimnasia: costumbres que están dañando tu cuerpo. Parte I
- Usar tacones altos.
Esta es una costumbre que muchas mujeres llevamos a cabo no tanto por necesidad, sino por gusto y pura vanidad, sin embargo está dañando nuestra columna y pies de manera inimaginable. Repercusiones negativas como dolores en la columna vertebral, calambres en las pantorrillas, várices, deformidades óseas entre otras dolencias están entre las principales razones para evitar usar los tacones. Se recomienda que si vamos a usar tacones sean de menos de 5 centímetros de alto y con puntas amplias.
- Usar el bolso sobre un solo hombro.
Esto no solamente resulta molesto después de un rato, sino que hace que la musculatura se atrofie dejando dolores permanentes en la espalda y hombros.
- Dormir boca abajo.
Suena el despertador y después de darnos cuenta de que nuestra almohada es una toallita húmeda nos levantamos de golpe para meternos a la regadera y salir a trabajar. Error. Dormir boca abajo forza las cervicales, pues el cuello tiene que girar para que podamos respirar, es por esto que las camas de las salas de spa tienen huecos para la cara, de esta manera no tenemos que lastimar nuestra columna. Se recomienda que si estamos dormidos boca abajo y tenemos que levantarnos, lo hagamos tranquilamente para evitar dolores como el de la tortícolis.
- Apoyar el brazo izquierdo en la ventanilla al conducir.
Por muy “cool” que se vea este movimiento o cómodo que pudiera llegar a parecer, con esta postura nos podemos pellizcar ciertos nervios del cuello y provocarnos un esguince o un dolor que dure por días. Se recomienda acercar el asiento hasta que alcancemos completamente los pedales sin tener que hacer esfuerzo.
Puede resultar algo difícil evitar estas pequeñas costumbres, sin embargo intentarlo nos ayudará a reducir esa serie de dolores que muchas veces no sabemos ni cómo llegaron ni por qué están ahí, solamente aprendemos a vivir con ellos.
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